domingo, 6 de marzo de 2011

TEMOR DE DIOS








TEMOR DE DIOS




El Don de Temor es un hábito sobrenatural por el cual la persona, bajo el instinto del Espíritu Santo, y dominado por un sentimiento reverencial hacia la Majestad de Dios, adquiere una docilidad especial para rechazar el mal, aceptando libremente la Divina Voluntad.


Virtudes relacionadas

La Esperanza

La esperanza induce al alma humana, consciente de su fragilidad y miseria a refugiarse en Dios, cuya Omnipotencia Misericordiosa es la única que puede liberarla de todo mal.

Cuanto más débil y miserable se siente uno, más se acoge a Dios, como se entrega un niño, confiadamente en los brazos de su padre.

La Templanza

Corresponde al Don de Temor corregir la tendencia más desordenada que el hombre experimenta, dejándola de lado mediante el Temor Divino, ayudando y reforzando la virtud de la templanza que es la encargada de moderar aquella tendencia desordenada.

La religión

La humildad sumerge el alma en el abismo de su nada ante el todo de Dios, no intenta por sí misma loa grandeza ni gloria alguna, fuera de Dios.

Efectos del Don de Temor en las Almas:

  •  Un vivo sentimiento de la Grandeza y Majestad de Dios, que las sumerge en una adoración profunda llena de reverencia y humildad.
  • Un gran desprecio al pecado y un verdadero arrepentimiento de haberlo cometido.
  • Una vigilancia extrema para evitar las menores ocasiones de ofender a Dios.
  • Desprendimiento perfecto de todo lo creado.
“El Don de Temor se opone, principalmente, a la soberbia.”

Medios para fomentar este Don:

  •  Meditar con frecuencia en la infinita Grandeza y Majestad de Dios.
  • Acostumbrarse a tratar a Dios con confianza filial, pero llena de respeto y reverencia.
  • Meditar con frecuencia en la infinita malicia del pecado y concebir un gran horror hacia él.
  • Poner especial cuidado en la mansedumbre y humildad en el trato con el prójimo.
Secuencia del Pentecostés

Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Ven Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio para el hombre.
Descanso en el trabajo, templanza en las pasiones, alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza, enciende nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que en ti confían, tus siete sagrados dones.

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